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Subiendo Las Palomas, aun con ganas de sonreir ¡¡¡¡¡ |
El pasado 29 de
septiembre se celerbraba la VIII edición del Titán. Esta es una
prueba de triatlón de distancia medio ironman que se celebra en la
localidad de Zahara de la Sierra, en Cádiz. Hasta allí se desplazó
para participar uno de los miembros de nuestro club, Raúl. Aquí os
deja su crónica de la prueba.
TRIATLÓN
TITAN 2012
El carisma del
Fuerte y Flojo
Viernes 28 de
septiembre. Me recogen unos amigos en la puerta de mi centro de
trabajo en Corrales y tras cargar la bici y meter todo el material en
su coche, me doy cuenta de que la cartera no está en el bolsillo
donde la tenía. Tras buscar por todos sitios y cargar y descargar
bultos una y otra vez, me decido a caminar por donde había
transitado a ver si se me había caído. Regreso al cajero de donde
acababa de sacar dinerillo para el fin de semana, 200 euros. Me paso
por las cafeterías de al lado para ver si alguien la había dejado
allí. Nada. No aparece por ningún lado.
Lo peor no es el dinero,
lo peor es que tengo toda la documentación junto con la licencia
federativa, y sin ésta no podía competir en el Titán. A la
desesperada, después de más de hora y media de búsqueda
infructuosa, me pongo a buscar en los cubos de basura de la zona, por
si, alguien la había tirado. Cuando me encuentro en pleno proceso
desagradable de revisar una de las papeleras, de repente, un coche se
detiene, y un chaval me pregunta que si me llamo Raúl Ruiz, y que si
estoy buscando una cartera perdida. Al responderle afirmativamente me
dice que lo sigamos en nuestro coche. -¿Qué es esto?, ¿el comienzo
de una película de intriga?-, no me podía creer lo que me estaba
pasando.
Seguimos al chaval y su
acompañante, hasta un extraño local donde había más chavales de
la misma edad. Custodiando el garito había algunos perros de raza
peligrosa, vamos, de los que asustan. Me quedo en la puerta de ese
antro, a una distancia prudencial, por si tengo que salir corriendo.
Puede que estuviese a punto de empezar un verdadero triatlon para
escapar de esa encerrona... Pero no fue así, al momento salió el
chaval con mi cartera y, atención a la anécdota, diciendome:
-“ Había visto en
la cartera, la licencia federativa y que eres de un club de Isla
Cristina que se llama algo de “Fuerte y Flojo”,y
habíamos buscado en internet una dirección de email para notificar
que teníamos tus cosas”-
¡Je je! Ni en los
mejores guiones! De entre todos los carnets y papeles que llevaba en
la cartera, le tuvo que llamar la atención la licencia del club.
Esta claro que nuestro nombre no deja indiferente a nadie.
Camino de Cádiz
Recuperé la cartera
aunque sin dinero, los chavales me dijeron que así se la habían
encontrado. Era mucho pedir y después de la huella que les había
dejado el club, no me podía enfadar con ellos. Empezaba entretenido
el fin de semana, acababa de comenzar el Titán.
Con el retraso no
llegábamos a la recogida de dorsales, pero unos amigos de Ayamonte,
nos los pudieron recoger, lo que nos permitiría ir más tranquilos
por la mañana. Si pudimos llegar a la cena de la pasta, de la que
nos fuimos directamente a la casa donde nos hospedábamos a preparar
todo el material para la carrera.
Desde el jueves, estaba
lloviendo de forma torrencial por media Andalucía y las temperaturas
habían descendido muchísimo. El verano se había desvanecido de
repente. No era el mejor plan para una prueba tan larga con mucha
montaña en bicicletas de carretera. La cosa prometía dureza.
EL TITÁN
Después de la anécdota
pre-carrera, os cuento un poco, de que va esto de EL TITAN.
Su nombre ya nos da
pistas de que esto no va a ser un triatlón normal, eso de “TITÁN”
tiene que ser por algo, y así es.
El Titan no es un medio
ironman al uso, medianamente llano. Se desarrolla por los bellos
parajes de la serranía gaditana, lo que supone que el trazado se
convierte en una verdadera etapa de montaña, con mas de 2500 metros
de desnivel acumulado. Esto le confiere mucha más dureza que
cualquier otra prueba de esta distancia, y los tiempos que, allí se
hacen, así lo acreditan.
* Natación
La prueba comienza con
el sector de natación, que se realiza en el pantano de
Zahara-Algodonales. Aquí se han de nadar 2 kilómetros. Esta es la
sección mas benévola de la prueba, ya que el pantano suele ser
cómodo para nadar en relación al mar donde puede haber algo de ola.
* Ciclismo
Se continua con el
sector de ciclismo, donde la dureza desde el principio, ya que el
pantano se encuentra al pie del primer puerto que hemos de coronar,
Las Palomas. Una subida de casi 14 kms, con un denivel medio del 6
% , y algunas rampas del 10 y 11%, hacen que nada más salir del
agua, uno se de cuenta, de que en esta prueba va a haber que ganarse
el llegar a meta. De ahí se desciende hasta la localidad de
Grazalema y después se inicia un recorrido sinuoso, con constantes
repechos y subidas y bajadas, que van desgastando bastante. Así
hasta el km 60, donde en la localidad de El Bosque, se inicia la
subida al segundo gran puerto del día: El Boyar. Ahora tocan 15
kilómetros de ascensión a un desnivel medio del 5% y algunos
tramos del 10%, que con 60 km ya en las piernas se hace muy duro. Una
vez se corona el Boyar, hay un pequeño descenso de unos 2 km para
llegar al broche del sector ciclista: Las Palomitas. El último
puerto, de tan solo 3 km, pero con duras rampas y un asfalto más
rugoso, que hace que este “puertecito” se enganche mucho y con el
castigo previo, se convierta en un postre que cuesta terminarse. De
ahí se desciende el puerto de Las Palomas por el que subimos al
principio. Una bajada delicada que hay que hacer con cuidado, pues
tiene curvas muy cerradas. En el pantano está el punto de
transiciones donde empieza el siguiente sector: la carrera.
* Carrera a pie
Se comienza corriendo en
dirección a Algodonales, en un descenso que ayuda a pillar ritmo de
carrera. A continuación, la subida hasta este pueblo empieza a
recordarnos lo que hemos nadado y, sobre todo, pedaleado ya. Se
regresa al pantano, y la bajada de antes, ahora es subida y se hace
muy dura. Cruzamos por la presa de éste, para terminar en Zahara de
la Sierra. La meta está situada en la plaza del pueblo que está en
la parte alta y la subida hasta ese punto, tiene mucho desnivel,
convirtiendo los últimos kilómetros en una verdadera agonía. Las
caras de los corredores por las calles de Zahara, son todo un poema,
que así lo atestiguan.
Para completar toda la
prueba hay un tiempo de corte de ocho horas.
MI TITÁN
El Titán era una de la
citas importantes de mi calendario esta temporada. Iba a suponer mi
debut en la media distancia. A sabiendas de que no es la prueba más
aconsejable para debutar en medio ironman me atraía especialmente
esta competición.
Había corrido algunos
triatlones sprint y un olímpico, y confiaba también en mi
experiencia en los raids de aventura, que son pruebas de muchas horas
de duración, para poder entrenarlo bien y terminarlo. Tenía todo el
verano por delante para mi preparación.
Me marché a Canarias
donde la temperatura, más moderada que en Andalucía, permite
entrenar muy bien. Los responsables de esto, son los vientos alisios
que azotan con fuerza las islas en verano, refrescando el ambiente.
Son los responsables de eso, y también de que yo terminara
dedicándole más tiempo al windsurfing, que a correr o salir en
bici. Así que no fue hasta finales de agosto, cuando regresé, que
me puse en serio a preparar la prueba.
Con un improvisado plan
de cinco semanas me plantaba en la salida de este exigente triatlón.
Sabía que el sector de natación lo haría sin muchos problemas. En
la bici me iba a tocar sufrir, y, sobre todo, tenía muchas dudas
sobre como sería capaz de correr 21 kilómetros con tanto desnivel,
después de la paliza de la bici.
En cualquier caso, mi
objetivo, no era otro que conocer esta distancia, e intentar terminar
la prueba en el tiempo de corte y ver con que sensaciones lo hacía.
A las 9.30 lanzaban el
cohete que nos daba la salida. En ese momento no llovía y en la zona
del pantano no azotaba el viento. Las condiciones para la natación
eran perfectas. El año pasado el viento creo muchos problemas en
este sector, e incluso tuvieron que acortar un poco el recorrido
debido a las malas condiciones para nadar. Este año, por contra, a
pesar de la gota fría que azotaba la región, en el momento de la
salida, las condiciones eran idóneas.
Más de trescientos
triatletas comenzábamos a nadar para completar dos vueltas a un
triángulo de un kilómetro de longitud. Salí fuerte para evitar los
golpes y las patadas de los mogollones de las salidas y en seguida,
encontré mi hueco. Completé la primera vuelta sin ningún problema,
nadando bien, aunque, notaba que iba más rápido de lo previsto. En
la segunda vuelta, donde ya hay más espacios, aflojé un poco el
ritmo, valorando todo lo que me quedaba, y aunque me pasaron algunos
corredores, salí del agua, muy cerca de la cabeza y en buen tiempo.
Comencé la bici con
tranquilidad y empezaron a pasarme corredores. Estuve tentado de
aumentar mi ritmo, pero, no me deje llevar por el ímpetu. Era
normal, algunos de los que aspiraban a ganar la carrera, habían
salido después que yo en el agua, y tenían que estar delante. Yo
tenía que hacer mi carrera, así que busqué mi ritmo y comencé el
duro ascenso al puerto de Las Palomas. Llegué arriba bien. Hasta
ahora, el tiempo nos respetaba, esta vertiente de la montaña estaba
resguardada. Pero al llegar a la cima, todo iba a cambiar. Justo
arriba, empezaba la niebla. Una nube allí afincada nos hizo afrontar
la primera parte del descenso hacia Grazalema, casi a ciegas. El frío
pasando éste pueblo ya era notorio después del descenso.
En el tramo teóricamente
menos duro, entre Grazalema y El Bosque, apareció el viento y a
ratos la lluvia, que se encargaron de convertir sus continuos
toboganes y puertecillos en obstáculos de consideración. Yo notaba
las piernas más castigadas de lo normal para loque llevaba recorrido
y con calambres ya desde el km 40. Estaba claro que el frío y el
destemple general, me estaban pasando factura. La carrera se me iba a
hacer dura. Tuve que tirar de mucha calma y buscar mi ritmo sin
pensar en nadie más. No olvidarme de la nutrición y sobre todo de
la hidratación, que cuando no hace calor, es susceptible de ser
olvidada. Tenía que llegar con reservas al Boyar, pues la subida a
éste se cobra muchas víctimas.
De esta forma, pedaleé
hasta la base del puerto. Comencé a subir a buen ritmo pero con
cuidado de tener siempre un puntito de margen, pues el puerto es muy
largo. La lluvia se encargó de amenizar la subida, y tal como me
habían contado, aquí ya empecé a pasar a algunos de los que en las
Palomas, me habían pasado como balas. Coroné el puerto con buenas
sensaciones y tras el breve descenso, subiendo Las Palomitas, me
encontré bien y apreté un poco. De nuevo adelantaba en estos tres
kilómetros y medio, a otro buen número de corredores, que
pedaleaban ya exhaustos.
El descenso de Las
Palomas lo afronté con calma y precaución. El asfalto estaba
resbaladizo por la y una caída aquí puede tener consecuencias muy
graves. Aproveché para, recuperar, estirar la espalda y comer algo,
preparando el último sector. Me acordaba de lo que me había dicho
un amigo mío, veterano en el Titán: “aunque la bici de esta
prueba es dura, el verdadero Titán empieza en la carrera a pie”.
Llegué con buenas
sensaciones a la transición. Comenzaba el sector de mi
incertidumbre. Empecé a correr y me encontraba bien. La cuesta abajo
ayudaba a llevar un ritmo rápido, y las piernas respondían.
Durante el ascenso hasta Algodonales continuaba con buenas
sensaciones y a buen ritmo. Ya en la bajada del pueblo notaba como
los cuadriceps empezaban a quejarse por el esfuerzo. Tocaba
dosificar, aún me quedaban muchos kilómetros y ya no podía fallar.
Durante toda la carrera no dejaba de pasar a gente que se tenía que
parar a estirar pues los calambres no les dejaban correr. El Titán
seguía cobrándose víctimas. Yo debía evitar que esto me
ocurriera. Iba bien de tiempo y tenía que conseguir mi objetivo.
Bebiendo y comiendo fruta fielmente en todos los avituallamientos,
afronté el ascenso hasta el pantano, que se me hizo eterno. Aquí mi
ritmo empezó a decaer notablemente y me tocó empezar a tirar de
coco y de pundonor. Busqué un ritmo más cómodo y sin importarme a
quien pasaba o quien me adelantaba a mí, me concentré en hacer mi
carrera. Llegué arriba y ya sentía que lo tenía, ya no se me podía
escapar. Me quedaban pocos kilómetros y tenía margen. Pero aún me
quedaba mucho más de lo que yo pensaba. El ancho de la presa se me
hizo “anchísimo”.
Castigado y muy lento
ya, pero sin dejar de correr en ningún momento, llegué al último
avituallamiento en la parta de abajo de Zahara. Ya casi me sentía
“finisher”, pero el Titán no se acaba ahí. Hay que llegar a la
meta, hay que subir hasta la plaza de arriba. No había hecho nunca
antes ese ascenso, y se me hizo interminable. Curva tras curva, subía
penosamente por las calles del pueblo soportando el dolor y buscando
todo resquicio de energía que quedara en mi organismo. Apretaba los
dientes para combatir el dolor de piernas, y me concentraba en una
lucha mental contra mis músculos, que querían dejar de contraerse y
me amenazaban con acalambrase. Me desesperaba porque la ansiada calle
final no llegaba. De repente, oí a mis amigos y mi familia decir mi
nombre y gritarme ánimos. No sé de donde, pero a la vez que se me
escapaban unas lágrimas de emoción, también me sobrevino una
energía inusitada, que hizo que me olvidara del dolor ,e incluso
acelerara el ritmo. Afronté con garra las dos últimas curvas,
aupado por los gritos de ánimo e impulsado por la rabia, más que
por la fuerza. Miré el crono y marcaba, 6h 30m, -¡guau!- Mucho
mejor de lo que esperaba. Ya en la recta final, incluso adelanté a
un corredor que me había pasado unas curvas más abajo.
La plaza estaba llena de
gente, la última calle era un pasillo de aficionados animando que le
hacían a uno sentirse especial. Cuando cruzas la meta, el speaker
dice tu nombre. Yo me sentí pleno y muy emocionado. Me senté un
rato a solas, y rompí a llorar como un niño chico. Eran lágrimas
de emoción, de satisfacción y de agotamiento. Había sido un
esfuerzo físico brutal, pero también mental. Tuve que tirar mucho
de coco desde los primeros kilómetros de la bici. No perder la
calma, buscar mis ritmos, no preocuparme de quien me pasaba, estar
atento a la hidratación y la nutrición, luchar contra los
calambres... y todo, había dado su fruto. Lo había conseguido.
Me había convertido en
un TITÁN.
Aunque la clasificación
no era mi objetivo, la verdad es que acabé mucho mejor de lo que
esperaba y, a pesar del sufrimiento, había disfrutado. Teniendo en
cuenta que era la primera vez que me enfrentaba a esta distancia, y
hacerlo, además, en una prueba tan dura, me hacen estar más que
satisfecho.
Estos son mis tiempos y
mis clasificaciones.
Tiempo total: 06:30:56
Parcial de natación:
00:36:01
Parcial de ciclismo:
04:08:57
Parcial de carrera:
01:45:59
CLASIFICACIÓN GENERAL:
Puesto 122 de 305
Natación: Puesto 63
Ciclismo: Puesto 119
Carrera: Puesto 159
CLASIFICACIÓN DE MI
CATEGORÍA (1973-1988): Puesto 93 de 191
CLASIF. CTO. DE
ANDALUCÍA MEDIA DISTANCIA-GENERAL: Puesto 81 de 163
CLASIF. CTO. DE
ANDALUCÍA MEDIA DISTANCIA-CATEGORÍA: 24 de 43
Más o menos, en todas
de la mitad hacia arriba, o como digo yo, en la mitad de los menos
malos.
Pues esto fue mi
experiencia en el Titán. Ahora, tras descansar durante el mes de
octubre, para terminar la temporada correré, alguna prueba de mtb y
alguna carrera a pie, ya pensando en la que temporada que viene, y en
el próximo reto: completar un IRONMAN.
Pero esto no será hasta
principios de verano. Hasta entonces, espero compartir kilómetros
con vosotros durante mi preparación y mi camino, hacia la larga
distancia.
Un saludo, nos vemos
rodando.
Raúl El Potro
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